El INE ha confirmado que el saldo migratorio por vez primera es negativo, es decir, salen más españoles que entran extranjeros al país. Sin embargo, llama la atención que pese a la crisis el número de inmigrantes que residen en España ha aumentado en más de 300.000 personas desde que empezó el declive económico.
El número de extranjeros con certificado de registro o tarjeta de residencia en vigor a 30 de junio de 2012 superaba los 5,3 millones, lo que según datos del Ministerio de Empleo representa un 3,7% más que a hace un año. El propio padrón del INE confirma que de los 47,2 millones de habitantes que España tenía a principios de año, 5,7 millones eran extranjeros y, de ellos, 2,4 millones venían de la Unión Europea.
En lo que va de siglo han llegado a España cinco millones de inmigrantes -según un estudio de FEDEA-, en lo que constituye «el mayor cambio social vivido por España desde la década de los 70», cuando se produjo un éxodo de españoles hacia las grandes ciudades y el sector industrial. Consecuencia de ello fue el aumento de la natalidad, con un peso creciente de los inmigrantes: en apenas 10 años pasaron del 4,7% al 14% en el total de nacimientos.
La tendencia aumentará en el futuro. Según la última proyección del INE, España perderá una décima parte de su población en los próximos 40 años, al tiempo que aumentará el flujo de inmigración que recibirá: unos 3,9 millones de extranjeros en el próximo decenio, hasta sumar un total de 16,7 millones de inmigrantes hacia 2052.
Su presencia tendrá, además, efectos a largo plazo sobre la economía, la vida social o incluso la política. Aunque, de momento, la crisis ha estancado su crecimiento, establecido en una media de 500.000 inmigrantes por año hasta 2008, lo que convirtió a España en el principal país receptor de toda Europa.
La economía española creaba hasta 2007 suficientes empleos para acoger a casi todos los que llegaban. Sin embargo, la situación económica se ha ensañado con ellos, hasta el extremo que su tasa de paro alcanza ya el 35% frente al 25,7% de la media nacional.
Hay un problema añadido, como pone en evidencia otro informe (de la Fundación BBVA): la presencia de los inmigrantes es ahora concebido en España como «un problema» -así lo cree el 58% de los encuestados-, una percepción que también se empieza a notar en los trabajos del CIS y en la que solo nos superan en el Reino Unido (68%). No obstante, casi un tercio de los españoles consultados (31%-32%) aún los ve como «una oportunidad», incluso a la hora de crear nuevos negocios.
Residencia… sin empleo
Aunque también los inmigrantes, según revela una encuesta de la Fundación Balduino y el Migration Policy Group europeo -con la colaboración española del CIDOB y el CIS-, reconocen que su residencia permanente en España no les ayuda a encontrar un empleo. No en vano, la renta media aquí -según la encuesta del INE sobre condiciones de vida en 2011- pone sobre la mesa la diferencia salarial entre los españoles (10.043 euros anuales), comunitarios (8.324 euros) e inmigrantes de terceros países (6.000 euros).
En cuanto a su contribución al Producto Interior Bruto (PIB), ha habido pocos estudios. Uno de los más extensos es de Alfonso Utrilla, profesor de Hacienda de la Universidad Complutense, quien analiza su peso en la última etapa de bonanza. Entonces (2000-2006) fueron directamente responsables de la mitad del fuerte crecimiento del PIB, con un 3,6% de crecimiento medio anual. Elevaron en 623 euros la renta por persona, y, sobre todo, su aportación a las arcas del Estado resultó francamente positiva: absorbieron el 5,4% del gasto público, 18.618 millones de euros, y aportaron el 6,6% de los ingresos totales, con 23.402 millones.
El saldo neto de su contribución fue, por tanto, de 4.784 millones, la mitad del superávit histórico que alcanzo entonces el conjunto del sector público. El Gobierno de entonces estimaba que no había posibilidad de que esta posición se revertiera hasta, al menos, …precisamente 2012. No obstante, Utrilla está convencido de que su aportación a las arcas del Estado sigue siendo positiva.
A ello habría que sumar sus aportaciones a la Seguridad Social. A octubre pasado había más de 1,7 millones de afiliados extranjeros -donde ganan peso los países no comunitarios (el 63% del total)-, lo que según todos los expertos consultados ha retrasado el desequilibrio de las cuentas del sistema público de pensiones. Y eso que, como precisa el catedrático de Sociología de la Universidad de Alcalá de Henares, Gregorio Rodríguez Cabrero, muchos de ellos ni siquiera se han podido dar de alta.
Ante la situación de paro, un número creciente de ellos ha optado por el emprendimiento y crear sus propios empleos. Según los últimos datos de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), el 30% de las altas en este sector eran chinos. De enero a octubre se han perdido 109 emprendedores españoles al día, mientras que la cifra de los trabajadores foráneos por cuenta propia crecía en 28 personas por jornada. El resultado: el 7,1% de los tres millones de autónomos registrados es de origen extranjero.
Y eso pese a que, como apunta Elena Sánchez, investigadora principal del Centro de Estudios y Documentación Internacional de Barcelona (CIDOB), la mayoría de los inmigrantes extracomunitarios aún se caracteriza por su baja cualificación. Por eso, se veían obligados a incorporarse a ocupaciones de menor nivel retributivo y, a su vez, con escasas posibilidades de poder ascender.
Los primeros en caer
Esta situación, según ha ido arreciando la crisis, ha desembocado en que fueran los primeros afectados, quedando en situación de especial debilidad para subsistir y encontrar un nuevo empleo. Pese a ello, han seguido llegando porque, como explica Sánchez, se han quedado las mujeres con hijos y en España «no se está peor» que en sus países de origen.
Eso sí, en las grandes empresas de trabajo temporal como Adecco o Randstad se ha notado que ya no entran en el país a través del mercado laboral, como era habitual antes de la crisis cuando aterrizaban con el contrato ya firmado. Lo que está ocurriendo ahora -explica- es que se está produciendo una reagrupación familiar «casi continua», sobre todo desde Latinoamérica y el África subsahariana.
También las remesas se han visto lastradas por la crisis, pero sin desplome. Del récord de 8.450 millones de euros que los inmigrantes mandaron fuera en 2007 se ha pasado a una media anual cercana a los 7.200 millones. Los países latinoamericanos aún copan los primeros puestos (más del 53% del total), pese a que en población son rumanos y marroquíes los colectivos más numerosos (1,4 millones en total), lo que se justifica por la «solidaridad» familiar de Sudamérica.
España siempre ha sido un país de emigrantes. Y ahora nos vuelve a tocar salir -apunta Rafael Pampillón, profesor del IE Business School-, algo que ya se nota en el aumenta en la entrada de remesas -5.700 millones el año pasado- y en el número de emigrantes -un 23% más en tasa interanual hasta el segundo trimestre-. Eso sí, los inmigrantes seguirán llegando pese a que en la patronal -palabra de su presidente, Juan Rosell- los vean ahora más como «un problema» aunque casi ninguno se quejó años atrás, cuando la tasa de paro estaba relativamente baja.

Noticia procedente de lasprovincias.es