Eurostat confirmó ayer que España ha rebasado una nueva frontera en esta crisis. La oficina de estadísticas comunitaria constató que la tasa de paro alcanzó en noviembre el 26,6%, lo que equivale a romper holgadamente la barrera de los 6 millones de desempleados. Pese a la contundencia de la cifra, el comisario de Empleo, el húngaro László Andor, vaticinó que el deterioro del mercado laboral empieza a tocar techo. Apoyado en los datos del Gobierno referentes al mes pasado, que han corroborado una fuerte bajada en el número de desocupados gracias a la campaña navideña, el responsable comunitario estimó que el mercado laboral se encuentra «probablemente» ante un cambio de tendencia.
El último boletín de Eurostat ratifica a España como el líder indiscutible en el ranking del desempleo. Con una tasa del 26,6%, solo Grecia se le acerca con un nivel del 26%, aunque en el caso heleno la evolución de la estadística resulta mucho más dramática a lo largo del 2012. Ambos países también registraron los mayores agravamientos en comparación con el mes anterior. Según la oficina comunitaria, el ritmo de destrucción de empleo se aceleró en cuatro décimas en el mercado laboral español solo entre octubre y noviembre. En total, 6.157.000 personas buscan trabajo en España, una cifra mareante que contrasta con la situación en Alemania y Austria, donde el paro no supera el 5,5%.
El comisario de Empleo dejó a un lado las estimaciones de Eurostat y optó por concentrarse en los datos ofrecidos la semana pasada por el Gobierno de Mariano Rajoy. De acuerdo a las últimas cifras de paro registrado, el número de desempleados descendió en casi 60.000 personas en diciembre tras cuatro meses de subidas. La caída, atribuida a los contratos realizados por la campaña navideña, se interpretó como un auténtico balón de oxígeno porque en toda la serie histórica no se había computado un volumen de colocaciones tan elevado. Andor eludió entrar en detalles, pero remarcó que esta pronunciada reducción «muestra que la subida del desempleo podría estar llegando a su fin».
Sin realizar comparaciones de forma directa, el comisario húngaro reforzó sus tesis al sugerir que en otros países el cambio de tendencia no se vislumbra todavía. Andor se refirió explícitamente a Grecia, donde la tasa de paro se ha disparado siete puntos en un año. Pese a su matizado optimismo sobre la evolución a corto plazo del mercado laboral español, admitió que «la situación es muy preocupante y difícil de describir con palabras». Convencido de que hay que intentar agrupar los recortes en ámbitos que no afecten al crecimiento, agregó que la «compleja» distribución de competencias entre las administraciones españolas «dificulta» la puesta en marcha de ajustes bien dirigidos.
Andor reconoció los sacrificios realizados tanto con la reforma laboral como con la de las pensiones, aunque no desveló si el Gobierno debería dar otra vuelta de tuerca a sus medidas. Sí recordó que con la flexibilización de las normativas no se termina el trabajo. A su juicio, el Ejecutivo debería respaldar más a los autónomos y promover una economía social. En un gesto que los mandatarios europeos repiten habitualmente, Andor se mostró muy preocupado por el elevado paro juvenil. Eurostat ratificó ayer que la destrucción de empleo en este colectivo resulta todavía más intensa. En noviembre, la tasa alcanzó el 56,5%, el doble de la media europea.
Brecha Norte-Sur
El comisario de Empleo compareció en Bruselas para presentar un informe sobre el impacto de la crisis y el desempleo a escala social. Una de las conclusiones es que la brecha entre los países del Norte, que resisten mejor el frenazo en la actividad, y los del Sur se ha ensanchado en los últimos años. El elevado nivel de paro vuelve a colocar a España al frente de las estadísticas más angustiosas. Por citar una de ellas, se insiste en el fuerte incremento de los desocupados de larga duración, que crecieron en 1,6 millones entre el 2008 y el 2011. En cuanto a la renta disponible de los hogares, las familias españolas han sufrido los mayores retrocesos junto a griegas y chipriotas.
Pese a la catarata de cifras negativas, Bruselas también ofreció chispazos de esperanza. La Comisión difundió la encuesta mensual sobre el sentimiento económico. Aunque las cifras todavía son bajas, la zona euro cerró el año con dos ascensos consecutivos en el índice de confianza. Los aumentos más significativos se registraron en Italia, Alemania y Francia. En España, se movió al alza aunque de forma ligera.
Noticia procedente de larioja.com