camarera pisoVemos sus carritos en los pasillos y apenas se les escucha trabajar. Limpian a destajo, una tras otra, habitaciones de hoteles, aparthoteles y bungalows sin perturbar la tranquilidad del turista. Son las limpiadoras de hotel, unas 15.000 en Canarias según la patronal hotelera -y mujeres casi el cien por cien-. Reclaman mejoras que alivien sus penosas condiciones laborales.

«La situación siempre ha sido extrema, pero con la llegada de la crisis, los empresarios y las grandes cadenas hoteleras se han aprovechado un poco más», declara Josefa Mederos, empleada de un hotel del sur de Gran Canarias que no teme dar la cara.

Lleva 15 años adecentando habitaciones y se hace al día unas 16, «aunque he llegado a realizar hasta 21, 8 o 9 de ellas de salida», apunta. Estas habitaciones son las de marcha definitiva del cliente, y en ellas, el tiempo y el esfuerzo es mayor.

Pero el sector turístico de las islas ya no se puede parapetar en la crisis. Canarias volvió a batir en 2014 (como viene ocurriendo en los últimos años) una nueva marca en la llegada de visitantes: casi 13 millones de turistas recibidos. Del mismo modo, el gasto turístico se anotó un nuevo tope. Los visitantes extranjeros se dejaron en sus vacaciones en las islas 12.444 millones de euros, un 6,6% más que en 2013, la cifra más alta de la historia de acuerdo a los datos facilitados por el Ministerio de Industria y Turismo. A pesar de ello, la situación de las camareras de piso permanece estancada, y las cifras récord de viajeros e ingresos no se traducen en un avance laboral ni económico para estas empleadas.

«La moda del dos por uno»

Para sindicatos y trabajadoras, la clave de la sobrecarga está en el alto porcentaje de eventualidad que se da en el sector. Según el Observatorio de Empleo de Canarias, Obecan, en islas como Tenerife el 90% de los empleos que se crearon en el sector de la hostelería en 2014 fueron temporales.

«Antes se contrataban a jornada completa y ahora se contratan a media jornada. Se ha impuesto la moda del dos por una», sostiene Guerrero. Una realidad que confirma Mary Ramírez, de 37 años, limpiadora en un hotel de Gran Canaria desde hace más de una década. «A los empresarios les sale más rentable; dos limpiadoras por cuatro horas les rinden mucho más. Mientras en una jornada de ocho horas una empleada puede hacer unas 17 habitaciones, a las que trabajan a media jornada les asignan 12 o 13. No me extraña que haya bajado el paro en la hostelería», explica indignada. «Se valen de que vamos a aguantar lo que nos echen. Sabemos que a la que abre la boca no se le renueva».

No llegan a los 60

Esta mujer denuncia, además, lo dura que es la jornada de trabajo diaria. «¡Pocas llegan a los 60 aguantando un ritmo frenético!», exclama. Con esa edad no pueden más. «Los dolores no nos permiten seguir y las chicas de 20 años te comen», reconoce.

El listado de dolencias que padecen es extenso: dolores en las cervicales, en lumbares, en rodillas y tobillos… Muchas han de trabajar con guantes porque se les agrietan las palmas de las manos a causa de los potentes productos que se utilizan en la limpieza de las habitaciones. En cuanto a las muñecas, la lesión más común es la del túnel carpiano. «Se te duerme la mano de torcer paños y la fregona. Psicológicamente te afecta mucho porque están muy encima de ti y acabas desquiciada», añade su compañera Josefa.

El círculo no hace sino crecer cada día. «Cuando llegas a casa te duele todo. Como te sientes y se te enfríe el cuerpo, luego te cuesta arrancar. Nuestra calidad de vida es cero», cuenta Mary Ramírez. «Lo malo es que va pasando el tiempo y piensas, ‘otra jornada más’, y así vas lidiando con el trabajo y con tu vida».

Los sindicatos confirman que se está produciendo un abandono prematuro en los últimos años de buena parte de las mujeres que trabajan en estos departamentos. Una circunstancia que acrecienta su precariedad económica, al reducirse la cantidad que recibirán en concepto de pensión de jubilación, reconoce el responsable de la Federación de Servicios CCOO en las islas, Miguel Guerrero. Explica que los ritmos de trabajo son tan elevados que una camarera, con tal de salir a su hora, «no baja ni a comer ni se detiene para ir al baño. Suelen sacrificar hasta los días de libranza».

El colectivo de las camareras de piso lleva años denunciando la sobrecarga laboral que padecen, por ahora sin demasiado éxito. El pasado mes de noviembre, la diputada socialista en el Parlamento de Canarias, Gloria Gutiérrez, presentaba una proposición no de ley en la que solicitaba una modificación de la actual Ley de Turismo. Gutiérrez proponía establecer unas plantillas mínimas para asegurar, no solo el servicio a los clientes, sino también las condiciones de trabajo del personal. Nada ha cambiado aún.

La Patronal de la hostelería, ajena a esta situación

Los empresarios parecen desconocer la situación de precariedad que denuncian empleadas y sindicatos. El presidente de la Patronal Hotelera de Fuerteventura, Vicente Hormiga, manifiesta: «No tengo conocimiento de estas circunstancias». Asegura que «puede que se dé algún caso puntual, pero el convenio colectivo de la hostelería es muy riguroso», explica. Fuerteventura registró también en 2014 un récord de visitantes, con casi 2,5 millones de turistas.

En línea parecida se expresa el gerente de la patronal hotelera de la provincia tinerfeña, Ashotel, Juan Pablo González. Aunque reconoce que el de las camareras de piso «es un trabajo sacrificado», afirma que «en la provincia tinerfeña hemos alcanzado un acuerdo con las grandes cadenas para fijar un máximo de habitaciones por jornada». Y defiende la política de contratación de los establecimientos: «El empresario lo que quiere es magnificar sus beneficios. La contratación eventual no es ilegal».

Noticia procedente de Elmundo.es